La construcción de un Estado Plurinacional pasa, en primer lugar, por la ampliación y la recomposición de la estructura estatal central con los contenidos y formas político-culturales de todos los pueblos de Bolivia, en los ámbitos de administración, representación y decisión de todos los órganos del poder. El desafío de la Construcción Plurinacional e Intercultural no es sino la continuidad de los procesos históricos de unificación ya desarrollados, en las décadas pasadas, por los pueblos indígena originarios, tanto de tierras altas como de tierras bajas.
La construcción plurinacional e intercultural tiene como condición de posibilidad esos procesos de unificación y el desarrollo de una dimensión nacional cultural que vaya más allá de lo étnico corporativo. Se trata de una reforma profunda del Estado, como ampliación estructural que contenga de manera democrática al conjunto de pueblos y culturas que habitan nuestro territorio, a partir de su historia, formas de vida, tradiciones, instituciones, formas de producción, autogobierno y del reconocimiento pleno de su territorialidad.
La construcción de un Estado Plurinacional pasa, en primer lugar, por la ampliación y la recomposición de la estructura estatal central con los contenidos y formas político-culturales de todos los pueblos de Bolivia, en los ámbitos de administración, representación y decisión de todos los órganos del poder.
Pasa en segundo lugar por la defensa de los territorios indígenas que no es solo la defensa del espacio físico, sino de las posibilidades de reproducción y desarrollo de cada uno de los pueblos y culturas en el tiempo. Se trata de impedir la destrucción de las condiciones básicas, y de largo aliento, a partir de la territorialidad en la que se desarrollan lengua, cultura, población, proceso productivo, estructuras de justicia y autoridad, y cosmovisión.
De ahí que lo plurinacional e intercultural contiene en sus planteamientos esenciales la consulta previa y vinculante sobre el uso de los territorios indígenas y la explotación de los recursos naturales; lo que en una visión integral del conjunto del Estado debería establecerse como formas de “co-decisión” entre los pueblos originarios, el gobierno central, los gobiernos autónomos indígenas y también los otros gobiernos autónomos sub-nacionales.
Esta “co-decisión” o decisión conjunta y concertada implica tanto el respeto de las decisiones internas de los pueblos indígenas, como la apertura de ellos a otras alternativas que supongan una visión distinta o más abarcante del conjunto del país.
Lo plurinacional e intercultural en términos de construcción supone en tercer lugar desarrollar las autonomías indígenas, como el ámbito en que se reconoce la diversidad de formas de autogobierno. El gobierno autónomo indígena considera el territorio, no solo como naturaleza y recurso natural, sino como espacio en el que habitan pueblos y culturas que tienen sus propios modos de gestión de deliberación y de decisión sobre su vida y su reproducción.
En cuarto lugar, la construcción plurinacional e intercultural apareja no solo lo indígena originario, sino amplios consensos y convergencias con lo urbano, lo mestizo, lo popular y todos los otros ámbitos no indígenas de la sociedad boliviana, que hoy no solo están defendiendo y solidarizándose con lo indígena, sino que están dispuestos a construir redes mayores de acuerdos que hagan suyo lo indígena como proyecto de todos, como proyecto nacional integral, y donde lo indígena sea parte indisoluble de la identidad colectiva boliviana, haciendo plenamente armónico el Estado Plurinacional con los conceptos de República, Democracia y Estado de Derecho.
Finalmente, y no en último lugar, lo plurinacional e intercultural es indisoluble de lo intercultural, ya que se trata primero de reconocer que la diversidad cultural persiste, debe ser respetada y necesitamos construir espacios, instituciones, estrategias, políticas y prácticas en las que se puedan articular y combinar el desarrollo de cada una de las culturas en convivencia e interacción con las otras y con lo mestizo; y segundo, que lo intercultural emerge de la necesidad de relacionar culturas que mantienen una identidad diferenciada y de la necesidad de su encuentro y diálogo en medio del pluralismo.
En base al diálogo intercultural, debemos tejer una sociedad donde las distintas formas civilizatorias e identidades sumen sus propias vertientes al gran caudal de la construcción de una sociedad que supere las herencias coloniales.
En este sentido, el proceso de descolonización no puede entenderse como un regreso al pasado. Es por el contrario la construcción de un futuro diferente, sustentado en la igualdad, la inclusión, la libertad de ser de acuerdo a nuestra propia historia y a la elección colectiva de cada pueblo, o la personal de cada individuo.
La construcción de un Estado Plurinacional pasa, en primer lugar, por la ampliación y la recomposición de la estructura estatal central con los contenidos y formas político-culturales de todos los pueblos de Bolivia, en los ámbitos de administración, representación y decisión de todos los órganos del poder.
Pasa en segundo lugar por la defensa de los territorios indígenas que no es solo la defensa del espacio físico, sino de las posibilidades de reproducción y desarrollo de cada uno de los pueblos y culturas en el tiempo. Se trata de impedir la destrucción de las condiciones básicas, y de largo aliento, a partir de la territorialidad en la que se desarrollan lengua, cultura, población, proceso productivo, estructuras de justicia y autoridad, y cosmovisión.
De ahí que lo plurinacional e intercultural contiene en sus planteamientos esenciales la consulta previa y vinculante sobre el uso de los territorios indígenas y la explotación de los recursos naturales; lo que en una visión integral del conjunto del Estado debería establecerse como formas de “co-decisión” entre los pueblos originarios, el gobierno central, los gobiernos autónomos indígenas y también los otros gobiernos autónomos sub-nacionales.
Esta “co-decisión” o decisión conjunta y concertada implica tanto el respeto de las decisiones internas de los pueblos indígenas, como la apertura de ellos a otras alternativas que supongan una visión distinta o más abarcante del conjunto del país.
Lo plurinacional e intercultural en términos de construcción supone en tercer lugar desarrollar las autonomías indígenas, como el ámbito en que se reconoce la diversidad de formas de autogobierno. El gobierno autónomo indígena considera el territorio, no solo como naturaleza y recurso natural, sino como espacio en el que habitan pueblos y culturas que tienen sus propios modos de gestión de deliberación y de decisión sobre su vida y su reproducción.
En cuarto lugar, la construcción plurinacional e intercultural apareja no solo lo indígena originario, sino amplios consensos y convergencias con lo urbano, lo mestizo, lo popular y todos los otros ámbitos no indígenas de la sociedad boliviana, que hoy no solo están defendiendo y solidarizándose con lo indígena, sino que están dispuestos a construir redes mayores de acuerdos que hagan suyo lo indígena como proyecto de todos, como proyecto nacional integral, y donde lo indígena sea parte indisoluble de la identidad colectiva boliviana, haciendo plenamente armónico el Estado Plurinacional con los conceptos de República, Democracia y Estado de Derecho.
Finalmente, y no en último lugar, lo plurinacional e intercultural es indisoluble de lo intercultural, ya que se trata primero de reconocer que la diversidad cultural persiste, debe ser respetada y necesitamos construir espacios, instituciones, estrategias, políticas y prácticas en las que se puedan articular y combinar el desarrollo de cada una de las culturas en convivencia e interacción con las otras y con lo mestizo; y segundo, que lo intercultural emerge de la necesidad de relacionar culturas que mantienen una identidad diferenciada y de la necesidad de su encuentro y diálogo en medio del pluralismo.
En base al diálogo intercultural, debemos tejer una sociedad donde las distintas formas civilizatorias e identidades sumen sus propias vertientes al gran caudal de la construcción de una sociedad que supere las herencias coloniales.
En este sentido, el proceso de descolonización no puede entenderse como un regreso al pasado. Es por el contrario la construcción de un futuro diferente, sustentado en la igualdad, la inclusión, la libertad de ser de acuerdo a nuestra propia historia y a la elección colectiva de cada pueblo, o la personal de cada individuo.
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